Schiphol Airport
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domingo, 2 de octubre de 2011

Viaje: Lima to Amsterdam – Schiphol Airport (III)

…Han pasado más de 20 años desde mi primer viaje en avión. Sin embargo, la sensación que sentía en esos precisos momentos del despegue, eran las mismas de aquella vez…

Mientras veía cómo se alejaba una Lima iluminada y extensa, pensaba en los meses que estaría fuera, y de las cosas que seguramente me perdería. Dejaba Lima por un tiempo, la dejaba y me preguntaba sobre mi sensación al estar de retorno dentro de los casi 3 meses que estaría fuera.

Me alejé de la ventanilla y el gran 777 empezó a inclinarse hacia un lado, a dar vuelta para lo que sería la ruta al gran norte. Sobre mi asiento, aún sentía a la gente quieta. Algunos tosían levemente mientras que algunos otro se acomodaban mejor.

Miré nuevamente sobre la ventanilla y ya las luces habían desaparecido. Sin duda, yaPC131375 volábamos alto. Luego, las luces que indicaban el ajuste de cinturones se apagó y en seguida muchos se empezaron a mover y a sacar cosas de sus mochilas y maletas, como almohadas, libros, audífonos, etc. Yo cogí mi, aún por explorar, control remoto y encendí la pantalla de 10 pulgadas, al frente mío –o delante mío, como prefieran-. Le di una revisada general a todo el contenido “interactivo”, y después regresé a la sección Películas. Habían muchas que aún no había visto, así que escogí una que ya había visto –Sí, no estoy loco, simplemente quise ver una ya conocida, no sé, se me antojó pues-, así que me crucé con Wall-e.

PC131369Cruzando el Ecuador –por el país y la línea-, aparecieron las aeromozas con la cena. Pedí carne, y seguí metido en la película. Por ratos, volvía a mirar hacia afuera, pero el cielo oscuro no me dejaba ver mucho. Luego de un rato, recién pude vislumbrar algunas luces, pequeños lugares, allá abajo, a lo lejos.

Estábamos ya saliendo de América del Sur, cuando la cabina comenzó a temblar, pronto se encendieron las luces del cinturón de seguridad y por micrófono anunciaron lo que ya se estaba sintiendo, por lo que recomendaron calma y aseguraron su pronta salida. Yo, continúe con mi cena. Me esperaba algo más fuerte para serles sincero –tranquilo pues!-.

Pasados a recoger los utensilios de la cena, las aeromozas desaparecieron y la cabina sePC131376 cubrió de silencio nuevamente. Un silencio que anunciaba ya la hora de dormir. Pero yo no podía. Pese a que habían apagado las luces del interior, estaba inmerso en otra película –y ahora sí, en una que no había visto antes-, y las ganas de seguir viendo por la ventanilla no paraban.

Poco a poco, el trajín del día se hacía presente. Me empecé a sentir cansado y terminé apagando todo a mi alrededor, incliné mi asiento lo más que pude y con almohadilla debajo de la cabeza me quedé dormido.

Al día siguiente –el de la cabina, porque además tienes el tiempo de la ciudad de origen, el tiempo en la posición del avión, y el tiempo en la ciudad de destino-, desperté a tiempo para recibir una toallita húmeda y caliente. Intenté abrir la persiana de la ventanilla y la aeromoza me lo prohibió –aún no, por favor-. Así que encendí la pantalla y vi la ubicación actual y las horas que aún faltaba para llegar.

PC141389Por un rato, me la pasé leyendo el libro que tenía en mano. Luego, las persianas ya podían abrirse. Quería abrirlas, porque supuestamente ya estábamos sobre Londres. El paisaje había cambiado completamente. El cielo estaba despejado y la ausencia de nubes era evidente. A los lejos, allá abajo, podía divisar las parcelas de campos de agricultura, las extensiones de terrenos cercados, las carreteras asfaltadas cruzándolas.

Faltaba muy poco para llegar. Pese a la cantidad de horas que dura un vuelo así, puedo admitir que casi ni las sentí. El gran triple siete empezó a girar nuevamente, y de pronto anunciaron que nos estábamos acercando al destino, Amsterdam. Pidieron asegurarse los cinturones de seguridad, ya que pronto empezaríamos con el descenso. Me acomodé sobre mi asiento, aseguré mi mochila, y puse mi casaca al lado. Podía ver a través de la ventanilla cómo las nubes iban acercándose. Poco a poco pasaban a ser más densas, a medida que también se tornaban grises. Era diciembre, y el invierno europeo empezaba a recibirme.

Las densas nubes empezaron a copar el exterior del avión. Tal línea roja del termómetro, veía cómo éstas empezaban a subir. Nos internamos en ellas. No se podía ver nada afuera. En eso, la ventanilla empezó a recibir gotas de lluvia. Ya las estábamos pasando a gran velocidad. Nuevamente, miré hacia abajo y pude darme cuenta del gran techo gris que cubría Amsterdam. En seguida, pude ver las carreteras, los autos en ellas con el parabrisas y luces encendidas, pude ver los grandes edificios y las extensas zonas de naves. Inmediatamente se me vino a la mente los comerciales de Play-Go que pasaban por la televisión en estas épocas de navidad que simulaban una gran metrópoli.

Mientras tanto, el gran 777 de Klm continuaba con el descenso a una gran velocidad. CadaPC141391 vez estaba más cerca del suelo. Los alerones comenzaban a moverse hacia arriba y hacia abajo, tratando de darle equilibrio. De pronto, se escuchó bajar los trenes mientras cruzábamos una gran carretera, la que me hizo recordar a la vía expresa en Lima, pero con menos vehículos en ella, y recién pintada, y recién limpiada, y recién podada, etc.

En eso, apareció a un lado los rieles del tren y alrededor grandes conteiners apilados ordenadamente a los largo de su recorrido. Los edificios retornaron a su tamaño original y lo mismo con los grandes espacios industriales. Ya casi nos encontrábamos al nivel del suelo cuando de un momento a otro toda la cabina se estremeció con el pisar de los grandes neumáticos. Acabábamos de aterrizar.

Apenas bajó la punta del avión, pude darme cuenta de la inmensidad del Schiphol. Sin darme cuenta, ya habíamos cruzado varios terminales. Grandes aviones estaban a la espera del abordaje de sus pasajeros, era la primera vez que veía los 747. Una gran cantidad de aerolíneas del Asia y del Medio Oriente estaban presentes. La cantidad del personal de tráfico también me fue tremenda. Todos dirigiéndose de un lado a otro. Pero, sin lugar a dudas, el reinado del celeste era evidente a la vista.

PC141392Pasaron varios minutos antes de que nos detuviéramos. Avisaron que no nos levantáramos de nuestros asientos hasta que el avión hubiera parado completamente. Pedido que noté que todos obedecieron. Y otra cosa que noté es que no había sentido los aplausos que supuestamente hay en el aterrizaje –pues simplemente, nos los hubo-. Una vez enganchado el avión a las mangas del terminal, la gente empezó a sacar sus cosas.

Con mochila en la espalda y mi maleta de mano al lado, esperé a que la gran cola avanzara hacia la salida. Luego de unos minutos, lo pude hacer yo. Me despedí con un sonriente ´Thank you, bye´.

Salí del avión, pero no pude avanzar mucho porque ya en la manga había otra cola. –Pero de qué? lo mismo me pregunté en ese momento- Resulta que se trataba de un control de seguridad, pues habían dos agentes de policía a la salida de la manga que revisaban los pasaportes de cada uno de los pasajeros que salían de ese vuelo –en especial-. Además, había otro con un perro dando vueltas a lo largo del recorrido entre el avión y la salida. Drogas, robo, orden de captura; muchas podían ser las posibilidades por las que debíamos hacer dicha cola y esperar. Cuando al fin pude ser el siguiente, revisaron mis datos en el pasaporte, y al mismo tiempo me pidieron que continúe. 

Luego de salir de dicho control, guardé nuevamente mi pasaporte –en mi cartapacio gris-. Agarré mi maleta dePC141403 mano y empecé a sumergirme en el gigantesco Schiphol. Debía buscar la puerta de embarque número D71, así que levanté la vista y en seguida me di cuenta que sería más sencillo de lo que pensaba, pues las señalizaciones me facilitaron el trabajo.

Lo único que me despistaba del trayecto, era ver la cantidad de gente que había, y digo cantidad porque se trataba de gente de todo el mundo, hablando distintos idiomas y vistiendo de variadas maneras, personal de las diversas aerolíneas caminando en grupos, la gente que se encontraba muy entretenida en las grandes tiendas comerciales, supermercados, ´jockeysplazas´ que estructuraban el Schiphol. Todo ello, sin contar con las grandes narices de los 747 que se asomaban en las puertas de embarque que pasaba de tanto en tanto.

Pero bueno, contaba con varias horas para ubicar mi puerta de embarque antes que saliera mi próximo vuelo. Sí, algo de dos horas más de vuelo hacia Estocolmo me esperaban. Pero bueno, esa es otra historia, es otro viaje.

Fin.

@diegoganoza

 

 





Buen video de “ibe1072”, en YouTube

 

- Part 1: http://diegoganoza.wordpress.com/category/boeing-777-200er/page/2/

- Part 2: http://diegoganoza.wordpress.com/2011/09/21/viaje-lima-to-amsterdamschiphol-airport-ii/

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Viaje: Lima to Amsterdam–Schiphol Airport (II)

…ingresé a la sala de control. Luego de volver a ponerme la mochila y recoger mi pasaporte con el sello de migraciones, fui en búsqueda de mi puerta de embarque. Comencé a utilizar la cámara, y probar las baterías, mientras caminaba.

PC131358

-Eres del vuelo de Klm?- me preguntó un tipo algo alarmado. –Sí- le respondí, –Pues apura el paso porque ya casi terminan de embarcar!-. Guardé lo que tenía en la mano y con boarding pass en la mano comencé a acelerar el paso. Miré en dirección a donde supuestamente me correspondía, pero el gran A340 de Iberia me distraía, en eso oí la “última llamada para los pasajeros del vuelo número cero siete cuatro cuatro, con destino Amsterdam, puerta de embarque número quince. Avión listo para partir”PC131362

Pasando la puerta de embarque de Iberia, comencé a ver al 777 de Klm. Apuré más el paso y presenté mi tarjeta de embarque. Y con un “buen viaje” me despidieron. Avancé y una señora alta, rubia, envuelta en celeste, me recibió con un “buenas noches, bienvenido” afrancesado, al cual correspondí con un “Hola, buenas noches” sonriente.

Encontré mi número de asiento, y enseguida comencé a acomodar mis cosas. Abrí la cabina de arriba y la vi totalmente llena. Miré a mi alrededor, y lo mismo. Así que empecé a acomodar las cosas que estaban dentro para poder hacerme un espacio. Ya hacia el final, un tipo que doblaba mi estatura, se animó a sacar lo que parecía ser suyo, para llevárselo con él –claro, él se estaba sentando en otro lugar-. Al fin, pude sentarme y disfrutar lo que vendría a ser mi territorio durante las próximas 14 horas –aprox.-.

PC131366Por la ventanilla podía ver los aviones de Lan, y hacia el lado contrario, veía al 340. Puse a mi lado la manta celeste y la almohadilla, y empecé a explorar la pantalla que tenía al frente de mi asiento. Tenía películas, música, lecciones de inglés, alemán, japonés, francés, etc., además de un gps que me mostraba dónde estaba y las condiciones del ambiente exterior al avión –más que suficiente para pasar el rato, sin contar el libro que llevaba en mano-.

Pronto, dieron la bienvenida a los pasajeros. Sería la última vez que escuchara el castellano, ya que el inglés sería mi idioma en lo que restara el viaje, hasta Estocolmo. El primer mensaje fue dado en castellano, inglés, holandés, y francés, según recuerdo. Los siguientes del viaje, descartarían al primero.

Y entonces,el gran 777 comenzó a moverse hacia atrás. Las aeromozas, comenzaron suPC131367 labor rutinaria caminado de aquí para allá, verificando y dándose instrucciones entre ellas, mientras en la pantalla que tenía al frente de mi asiento, se daban las indicaciones se seguridad y demás. Con mi cinturón ya abrochado, me empecé a acomodar mejor. Felizmente en el asiento de al lado no tenía a nadie, así que eso me dio más espacio. Paramos, y en seguida echó a andar hacia adelante. Estaba oscuro, y las luces, azules, verdes, amarillas, regadas por todos lados, me daba la impresión de estar en una de las novelas de Asimov. Los motores mantenía el sonido y las grandes alas se movían con cada bache. Empecé a alucinar y pensar sobre cómo es posible que un vehículo tan grande y pesado pueda levantar vuelo y mantenerse durante horas en el aire y a una gran velocidad.

Pasamos el grupo 8, y algunos hangares más. Llegamos a lo que al parecer era la curva antes del despegue. Desde la cabina se anunció al equipo de cabina que estábamos PC131372próximos al despegue, según pude entender. Avanzando lentamente, el triple siete empezó a dar vuelta, mientras la luz al extremo del ala no dejaba de parpadear. Luego, pude darme cuenta de la gran cola que se había formado detrás de nosotros. Atrás venía un 319 de Lan, detrás un 320 de Taca, luego el 340 de Iberia, atrás otro de los más grandes de Lan, y otro más que a duras penas podía ver cómo se incorporaba en la gran fila. Nos detuvimos, seguramente a esperar el permiso de la central.

El silencio reinaba en la cabina. Muy pocos pasajeros se movían en su sitio. Uno que otro tocía, seguro por el aire acondicionado que ya se sentía. Vi a otro dos tipos que pese a todo, no dejaban de leer, lo haría luego seguramente, pensé. En eso, se encendió el micro de la cabina de pilotos, anunciando algo en francés de radio. El avión comenzó a avanzar nuevamente y terminó de dar la curva, incorporándose así a la pista de despegue…

De pronto, los dos Rolls Royce Trent 800 comenzaron a rugir fuertemente, haciendo temblar el interior de la cabina. Muy de prisa estuvimos ya a toda marcha. Vi cómo las pequeñas luces de hace un rato empezaban a formarse en líneas, el grupo 8 y los hangares ya habían quedado atrás, al sentir la velocidad en mis pies, presioné mi asiento. Sin darme cuenta ya estábamos pasando el área de embarque y la torre central, cuando derrepente el suelo empezó a alejarse y el asiento a inclinarse… (continuará)

 

@diegoganoza

 

- Part 1: http://diegoganoza.wordpress.com/category/boeing-777-200er/page/2/

martes, 27 de abril de 2010

Viaje: Lima to Amsterdam – Schiphol Airport (I)

Estresado, malhumorado y aún teniendo un informe qué presentar, me sentía un día antes del vuelo. El mes de diciembre siempre ha sido para mí –y supongo que para muchos-, un mes pesado, un mes de finales, mes de trabajos e informes finales; pero para mí, esta vez sería también un mes de dulce reencuentro, un mes como ninguno.

Mater Admirabilis

El 777 partía del “Jorge Chavez” a las 20:35 horas, tenía que estar 3 horas antes como mínimo. Salí de casa con la familia antes de la hora de almuerzo, paramos por una de nuestras pollerías favoritas, y yo aún no lo asimilaba, luego de ello me embarcaría en un viaje de más de 20 horas de vuelo.

Terminamos de almorzar y de tomar algunas fotos más, y nos enrumbamos al aeropuerto. Estábamos con tiempo, preferíamos evitar contratiempos, estábamos bien. Llegamos, yo llevaba mis maletas, mi madre mis casacas, mi papá volvía a revisar mis documentos: “que todo esté en orden”, nos decía. Mi hermanita siempre con una sonrisa en el rostro, y mi hermano era mi diccionario: “where´s this gate” está bien si es para pedir que me señalen la dirección a la que debo ir? –sí, te responderán: “Cuál gay? Ai, nu nu, descunuscu inglés mayormente joven”-, y nos reíamos.

 

Diego Ganoza - LAP1

Mostré mi pasaporte y mi boarding pass al tipo de seguridad y en seguida me dejó ingresar -y sólo- a la [ante]sala esta grande, para dejar mis maletas y para que me entregaran mis boletos de viaje, en donde figuraba mi itinerario. Una vez dejadas las maletas y registrada la de mano, regresé con los míos. Luego de pagar el impuesto, estuvimos en el patio de comidas algo de dos horas más, tomando fotos y haciendo videos. Se pasaban las horas y no anunciaban mi número de vuelo, así que decidimos despedirnos de una vez para que yo pueda ingresar y así evitar contratiempos, ya que la cantidad de personas en la “zona de despedidas” estaba en repentino y constante aumento. En la pantalla se registraba cuatro vuelos más con destino a Europa (Iberia, Lan, KLM, AIr France, British Airways, etc.). Y yo aún no lo asimilaba.

Los abrazos de despedida fueron algo rápidos, pero llenos de cariño, emoción, entusiasmo, y sobre todo de calor de hogar...  (continuará).

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Un video de “aviones en el “Jorge Chavez”.





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