Particularmente no me siento un fanático del fútbol y “desconozco mayormente”, quizá lo noten con la redacción de este post. Lo digo con toda sinceridad. Será porque desde pequeño empecé a practicar el karate, también será porque a mi papá –o a mi mamá- tampoco le llamaba mucho la atención como para estar al pendiente, o quizá además porque lamentablemente en el Perú ver el fútbol pasa a ser una dosis de bilis, resentimiento, una frágil alegría llena de silicona –en ciertos casos-, o simplemente –reduciéndose a- una fuente más de muchos problemas sin resolver, al fin y al cabo.
Sin embargo, el día de ayer, por la noche, tuve la oportunidad de ir a ver jugar al Barça, –Barcelona FC- contra el Málaga. Como todos saben, el Barcelona goza de una fama increíble, ha ganado todas las copas del mundo en cuanto ligas y torneos de clubs internacionales se refiere, tiene entre sus líneas a grandes jugadores, y un background en cuanto a marketing, y mercado, tremendo. Sin dudas, sino el más importante, uno de los mejores a nivel mundial.
Saliendo del Metro –Les Corts, L3- la cantidad de gente en las calles y bares ya era abrumadora. Polícias y Mossos d´esquadra dando vueltas por todos lados, deteniendo el tráfico, movilizando a la masa, etc. Entre esta cantidad de personas, habían muchos turistas, la gran mayoría con sus bufandas o banderolas recién compradas, con cámara en mano caminando entusiasmados. Luego de dos o tres cuadras más ya pudimos ver el Camp Nou. Qué gran Estadio.
El lugar era el asiento 008, en la fila 2, de la boca 413, que estaba ingresando por la puerta 34, que quedaba cerca al acceso 14. Lugar que, por la creciente emoción, nunca encontré, por lo que nos sentamos en unos asientos de “por ahí”, que los encontramos libres.
Yo me senté al lado de una señora que empezó a reclamarle a otra que los asientos estaban mal dados, me volví a ella y le dije –algo mareado por la altura, impresión y demás- que me disculpara pero es que era la primera vez que venía y no estaba seguro si es que era el asiento correcto. A lo que me dijo amablemente que no me preocupara, que su hijo, cuyo asiento era ese precisamente, ya no vendría así que no me preocupara –no pasa res, cap problema-. Solucionado ésto, lo que quedaba era disfrutar del espectáculo. El cual empezó pronto, a los 7 minutos con el primer gol del Barça. El grito de Gol! se convirtió en uno, en todo el coloso, los oídos no me dejaron de chillar con cada algarabío, con cada pifeada, con cada insulto, con cara barra alentadora.
Me pareció increíble la gran afición que se vivía en todo el estadio, sin lugar a dudas el tiempo se estaba pasando muy rápido; la señora que estaba sentada a mi lado me daba la impresión de ser una periodista deportiva dedica al 100%. Ella con su amiga, comentaban y debatían los goles que se habían marcado hasta el momento por cada jugador a lo largo de la temporada, se sabían los cánticos ni bien se empezaban a escuchar los primeros coros, se sabían las barras, y cuando el árbitro les parecían un “gilipollas”, ellas eran las primeras en gritárselo. Qué tremendas. A su lado me sentía una adolescente que colecciona poster del Bieber.
Como comenté al iniciar este post, no me considero un “fanático” del fútbol, pero también considero que tengo el mínimo de hincha como para reconocer que cuando un equipo juega y lo hace bien, y al mismo tiempo que la emoción de cada jugada te pone la piel de gallina, ignorando hasta el mismo frío; hace a uno sentirse parte de él y a estar orgulloso de sus triunfos y al mismo tiempo lamentar y aprender de sus derrotas. “I ara, encara em costi reconèixer, el futbol, amb el Barça, és més que un club de fanàtics”.
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Camp Nou - Barcelona from Diego Ganoza on Vimeo.