…ingresé a la sala de control. Luego de volver a ponerme la mochila y recoger mi pasaporte con el sello de migraciones, fui en búsqueda de mi puerta de embarque. Comencé a utilizar la cámara, y probar las baterías, mientras caminaba.
-Eres del vuelo de Klm?- me preguntó un tipo algo alarmado. –Sí- le respondí, –Pues apura el paso porque ya casi terminan de embarcar!-. Guardé lo que tenía en la mano y con boarding pass en la mano comencé a acelerar el paso. Miré en dirección a donde supuestamente me correspondía, pero el gran A340 de Iberia me distraía, en eso oí la “última llamada para los pasajeros del vuelo número cero siete cuatro cuatro, con destino Amsterdam, puerta de embarque número quince. Avión listo para partir”
Pasando la puerta de embarque de Iberia, comencé a ver al 777 de Klm. Apuré más el paso y presenté mi tarjeta de embarque. Y con un “buen viaje” me despidieron. Avancé y una señora alta, rubia, envuelta en celeste, me recibió con un “buenas noches, bienvenido” afrancesado, al cual correspondí con un “Hola, buenas noches” sonriente.
Encontré mi número de asiento, y enseguida comencé a acomodar mis cosas. Abrí la cabina de arriba y la vi totalmente llena. Miré a mi alrededor, y lo mismo. Así que empecé a acomodar las cosas que estaban dentro para poder hacerme un espacio. Ya hacia el final, un tipo que doblaba mi estatura, se animó a sacar lo que parecía ser suyo, para llevárselo con él –claro, él se estaba sentando en otro lugar-. Al fin, pude sentarme y disfrutar lo que vendría a ser mi territorio durante las próximas 14 horas –aprox.-.
Por la ventanilla podía ver los aviones de Lan, y hacia el lado contrario, veía al 340. Puse a mi lado la manta celeste y la almohadilla, y empecé a explorar la pantalla que tenía al frente de mi asiento. Tenía películas, música, lecciones de inglés, alemán, japonés, francés, etc., además de un gps que me mostraba dónde estaba y las condiciones del ambiente exterior al avión –más que suficiente para pasar el rato, sin contar el libro que llevaba en mano-.
Pronto, dieron la bienvenida a los pasajeros. Sería la última vez que escuchara el castellano, ya que el inglés sería mi idioma en lo que restara el viaje, hasta Estocolmo. El primer mensaje fue dado en castellano, inglés, holandés, y francés, según recuerdo. Los siguientes del viaje, descartarían al primero.
Y entonces,el gran 777 comenzó a moverse hacia atrás. Las aeromozas, comenzaron su labor rutinaria caminado de aquí para allá, verificando y dándose instrucciones entre ellas, mientras en la pantalla que tenía al frente de mi asiento, se daban las indicaciones se seguridad y demás. Con mi cinturón ya abrochado, me empecé a acomodar mejor. Felizmente en el asiento de al lado no tenía a nadie, así que eso me dio más espacio. Paramos, y en seguida echó a andar hacia adelante. Estaba oscuro, y las luces, azules, verdes, amarillas, regadas por todos lados, me daba la impresión de estar en una de las novelas de Asimov. Los motores mantenía el sonido y las grandes alas se movían con cada bache. Empecé a alucinar y pensar sobre cómo es posible que un vehículo tan grande y pesado pueda levantar vuelo y mantenerse durante horas en el aire y a una gran velocidad.
Pasamos el grupo 8, y algunos hangares más. Llegamos a lo que al parecer era la curva antes del despegue. Desde la cabina se anunció al equipo de cabina que estábamos próximos al despegue, según pude entender. Avanzando lentamente, el triple siete empezó a dar vuelta, mientras la luz al extremo del ala no dejaba de parpadear. Luego, pude darme cuenta de la gran cola que se había formado detrás de nosotros. Atrás venía un 319 de Lan, detrás un 320 de Taca, luego el 340 de Iberia, atrás otro de los más grandes de Lan, y otro más que a duras penas podía ver cómo se incorporaba en la gran fila. Nos detuvimos, seguramente a esperar el permiso de la central.
El silencio reinaba en la cabina. Muy pocos pasajeros se movían en su sitio. Uno que otro tocía, seguro por el aire acondicionado que ya se sentía. Vi a otro dos tipos que pese a todo, no dejaban de leer, lo haría luego seguramente, pensé. En eso, se encendió el micro de la cabina de pilotos, anunciando algo en francés de radio. El avión comenzó a avanzar nuevamente y terminó de dar la curva, incorporándose así a la pista de despegue…
De pronto, los dos Rolls Royce Trent 800 comenzaron a rugir fuertemente, haciendo temblar el interior de la cabina. Muy de prisa estuvimos ya a toda marcha. Vi cómo las pequeñas luces de hace un rato empezaban a formarse en líneas, el grupo 8 y los hangares ya habían quedado atrás, al sentir la velocidad en mis pies, presioné mi asiento. Sin darme cuenta ya estábamos pasando el área de embarque y la torre central, cuando derrepente el suelo empezó a alejarse y el asiento a inclinarse… (continuará)
@diegoganoza
- Part 1: http://diegoganoza.wordpress.com/category/boeing-777-200er/page/2/
[...] - Part 2: http://diegoganoza.wordpress.com/2011/09/21/viaje-lima-to-amsterdamschiphol-airport-ii/ [...]
ResponderEliminar